Opinión de Tomás Blanco

«Si una cosa me quedó tatuada a fuego de mis seis años de paso por el IOBA de la Universidad de Valladolid fue lo que se denomina programas de formación continua y continuada. Con estos programas el Instituto siempre se mantuvo y se mantiene a la vanguardia de la excelencia en la formación, la investigación, y en definitiva, el servicio al paciente que es su fin último.

Implacable, el profesor Pastor, actual director del Instituto, se encargaba y se encarga de que todo el personal investigador, médico, de paoyo y servicios, participase en dichos programas de formación y evaluación continuada de carácter obligatorio y condición sine qua non.

Hoy en día, el IOBA es el centro de investigación más potente de Castilla y León, uno de los pocos que ha sobrevivido a la crisis y camino de convertirse en el primer centro oftalmológico de referencia a nivel mundial, tanto en investigación como en atención al paciente. Todo esto no hubiese sido posible sin los grandes programas de formación continuada que el profesor Pastor nos metió a todos a base de collejas, desde la cirujana hasta el mozo de mantenimiento, nadie se libró de mejorar la calidad de su formación, nadie, ni él mismo»…

La Opinión de Zamora, 18 junio